Un rombo, una figura de cuatro lados. Cuatro estaciones, cuatro puntos cardinales, cuatro letras, cuatro suspiros. Me quedo con los suspiros, porque dicen más que cualquier palabra, palabras van y palabras vienen, pero los suspiros penetran el alma. Cuatro momentos, seguirte, hablarte, conocerte, y ahí me quiero quedar. ¿Por qué no llego al último momento? Porque ese sería perderte, y no lo quiero hacer.
Pero al callar perdí, por no decir nada, por mi cobardía puedo llegar a perder a cierta personita especial que me hace suspirar, sonreír y olvidarme de la realidad. Callé porque me atemoricé al sentir todo demasiado rápido, lo confieso, pero temo no estar contigo, y me arrepiento.
Y a esa personita la conocen por cuatro letras, cuatro días le tomó forrar mi corazón con su sello característico. Ese forro le hace bien a mi corazón y si le faltase el forro prefiero que me quiten el corazón completamente para no sentir la ausencia que me dejaría.
Así que aprovecho estas líneas para decirte lo que callé, te quiero y no quiero que esto se quede nada más como algo pasajero